Soberbia
En casi todas las listas de pecados, la soberbia (en latín, superbia) es considerado el original y más serio de los pecados capitales, y de hecho, es la principal fuente de la que derivan los otros. Es identificado como un deseo por ser más importante o atractivo que los demás, fallando en halagar a los otros.
En El paraíso perdido de John Milton, dice que este pecado es cometido por Lucifer al querer ser igual que Dios.
Genéricamente se define como la sobrevaloración del Yo respecto de otros por superar, alcanzar o superponerse a un obstáculo, situación o bien en alcanzar un estatus elevado e infravalorar al contexto. También se puede definir la soberbia como la creencia de que todo lo que uno hace o dice es superior, y que se es capaz de superar todo lo que digan o hagan los demás. También se puede tomar la soberbia como la confianza exclusiva en las cosas vanas y vacías (vanidad) y en la opinión de uno mismo exaltada a un nivel crítico y desmesurado (prepotencia).
Soberbia (del latín superbia) y orgullo (del francés orgueil), son propiamente sinónimos aun cuando coloquialmente se les atribuye connotaciones particulares cuyos matices las diferencian. Otros sinónimos son: altivez, arrogancia, vanidad, etc. Como antónimos tenemos: humildad, modestia, sencillez, etc. El principal matiz que las distingue está en que el orgullo es disimulable, e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido a otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del Yo o ego. Por ejemplo, una persona Soberbia jamás se "rebajaría" a pedir perdón, o ayuda, etc.
Existen muchos tipos de soberbia, como la vanagloria o cenodoxia, también denominada en las traducciones de la Biblia como vanidad, que consiste en el engreimiento de gloriarse de bienes materiales o espirituales que se poseen o creen poseer, deseando ser visto, considerado, admirado, estimado, honrado, alabado e incluso halagado por los demás hombres, cuando la consideración y la gloria que se buscan son humanas exclusivamente. La cenodoxia engendra además otros pecados, como la filargiria o amor al dinero (codicia) y la filargía o amor al poder.
Uno de los vicios que enluta el alma y priva la gracia del perdón de nuestros pecadospara lograr un camino hacia la santidad es la soberbia, sólo Dios da la fortaleza necesaria para no caer en ella.
Este pecado consiste en una autoestima o amor propio que se sobrepone ante todo, incluso por encima de Dios, en este sentido, la persona considera que es mejor que los demás, no hay nadie que le supere, y sólo piensan en ellas sin importarle el resto.
Cuando sentimos la imperiosa necesidad de ser admirados por otros, nos jactamos de nuestras virtudes y pertenencias, hacemos sentir inferior al prójimo y no reconocemos diferentes puntos de vista más que el nuestro, estamos pecando con soberbia porque antagonizamos con Dios.
La soberbia es la fuente de todos los vicios y la causa de todos los males de la humanidad, por ello no debemos permitir que llegue a nuestro corazón.
Si bien es cierto que aquellos que se llenan de orgullo porque sus talentos o riquezas los hace sentirse superiores al resto, también hay una realidad a la que deberían de temblar, ante la temible cuenta que Dios le pedirá algún día.
¿CÓMO NOS PODEMOS LIBRAR DEL PECADO CAPITAL DE LA SOBERBIA?
La única manera de hacerlo es practicando la humildad, que es la virtud que nos hace reconocer que Dios está por encima de cualquier cosa y es él quien tiene que actuar en la vida.
Una persona que procede con humildad nunca habla de sí mismo con arrogancia y tampoco despectivamente del prójimo, solo trabaja por hacerse más digno de Dios.
La humildad es agradecida ante los ojos de Dios, ya que con ella se recibe el perdón, el corazón goza de felicidad en esta vida y después se alcanza la gloria del cielo.




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